El ciboulette —también conocido como cebollino— es una de esas aromáticas que nunca deberían faltar en la huerta.
De hojas finas y elegantes, aporta un sabor suave y fresco a cebolla que realza cualquier plato. Además, su cultivo es simple, prolijo y perfecto para quienes recién empiezan en el mundo de la huerta.
Tener ciboulette en casa es sinónimo de practicidad y sabor. Es resistente, rinde mucho y se adapta perfectamente a macetas o canteros pequeños.
El ciboulette prefiere climas templados y frescos. En el hemisferio sur, podés cultivarlo desde principios de primavera hasta fines de otoño.
Agradece el sol directo, aunque en verano fuerte le viene bien algo de sombra parcial.
Tolera bien el frío moderado, pero si hay heladas intensas, conviene protegerlo o llevarlo a un lugar reparado.
Podés sembrar ciboulette en almácigos desde fines del invierno, o directamente en macetas durante la primavera.
Las semillas son pequeñas, así que apenas cubrilas con una capa fina de tierra húmeda.
Germinan en unos 10–15 días, y cuando las plantitas alcancen 10 cm de altura, podés trasplantarlas dejando 20 cm entre plantas.
También podés reproducirlo por división de matas cada dos años: separá los bulbitos y replantalos.
Le gusta un suelo ligero, húmedo y rico en materia orgánica, con buen drenaje.
Antes de sembrar, mezclá compost o humus de lombriz en la tierra.
Si cultivás en maceta, usá un sustrato aireado (tierra negra + compost + perlita).
Un aporte de fertilizante natural cada mes mantiene las hojas verdes y vigorosas.
El ciboulette necesita humedad constante, pero no exceso de agua.
Regá 3 o 4 veces por semana según la temperatura, asegurando que el sustrato no se seque del todo.
Cortá las hojas desde la base con tijera para estimular nuevos brotes y evitar que florezca demasiado pronto.
Si aparecen flores violetas, ¡no las saques todas! Son comestibles, hermosas y atraen polinizadores.
Es una planta bastante resistente, pero puede sufrir ataques de pulgones o trips.
Rociá con jabón potásico o infusión de ajo si los ves, y mantené una buena ventilación alrededor de la planta.
Además, el ciboulette ayuda a repeler plagas en la huerta, por lo que es un excelente compañero para tomates y zanahorias.
Podés empezar a cosechar hojas a los 2 meses de la siembra.
Cortá siempre desde la base, dejando unos 3 cm para que rebrote.
Podés usarlo fresco, congelado o seco: su sabor se mantiene y aporta ese toque especial a sopas, tortillas y salsas.
Cultivar ciboulette es sumar sabor, elegancia y vida a tu huerta.
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