La batata —y sus variedades como el boniato— es una joya de la huerta que combina sencillez, belleza y sabor. Su crecimiento es generoso, sus hojas y flores son decorativas, y sus raíces esconden ese toque dulce que conquista cualquier mesa.
¡Tener tu propia planta de batata en casa es posible! Hasta la podés hacer germinar en agua para tenerla dentro de casa con fines meramente ornamentales.
La batata se adapta muy bien a la huerta de primavera-verano, y con los cuidados adecuados puede darte una cosecha abundante. Es ideal para quienes disfrutan experimentar con cultivos nobles y versátiles, tanto en tierra como en maceta.
La batata ama el sol y el calor. Necesita temperaturas superiores a los 20 °C para desarrollarse correctamente y no tolera las heladas. Si tu zona es fresca, empezá el cultivo en interior o esperá a que pasen los fríos para trasplantarla al aire libre.
Podés obtener los brotes (guías o plantines) a partir de una batata sana colocada parcialmente en agua o enterrada en arena húmeda. Cuando los brotes tengan unos 15–20 cm, se separan y se plantan.
El suelo ideal para la batata es ligero, aireado y rico en materia orgánica. Evitá los suelos arcillosos o compactos, porque las raíces se deforman. Incorporá compost maduro antes de plantar y remové bien la tierra para facilitar su desarrollo.
La batata necesita riego regular al inicio del cultivo, pero una vez establecida, tolera mejor los períodos secos. Mantené la humedad constante sin encharcar. Un acolchado vegetal ayuda a conservar el agua y controlar las malezas.
Durante el crecimiento, guiá las ramas para que no invadan otros cultivos.
Puede ser atacada por gusanos blancos o grillos topo. Rotar el cultivo y mantener la tierra aireada ayuda a prevenirlos. También podés aplicar extractos naturales de ajo o neem como repelentes.
La batata está lista para cosechar entre 4 y 5 meses después de la siembra, cuando las hojas comienzan a amarillear. Desenterrá con cuidado para no dañar las raíces.
Una vez cosechadas, dejá las batatas al sol 2 o 3 días para que cicatricen y se conserven mejor. Guardalas en un lugar fresco, seco y ventilado.
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